¡CUANDO LAS PERSONAS SON EGOÍSTAS, ENSEÑAN CÓMO SIGUEN A SU DIOS !


Según la Real Academia Española, el egoísmo es definido como: “Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás”.
Todos los seres humanos siguen a una filosofía, principio o doctrina y lo hacen con mucha sinceridad y devoción, pues de ellos sacan sus metas y capacitación para seguir adelante. Sin embargo, progresivamente la humanidad, y principalmente los que están sumergidos en el mundo laboral, se están volviendo egoístas.
El concepto de trabajo en equipo, a menudo no pasa de un falso escaparate, donde todos trabajan para lograr sus metas y vencer a la competencia, sea externa o interna, pues uno lucha por vender más y al mismo tiempo alcanzar mejores puestos en la jerarquía de la empresa. Así, se utilizan del fuego enemigo (para derrotar el ejercito contrario) y del fuego amigo (cuando disparan contra sus compañeros).
La concepción de “dios” en la sociedad moderna se define como una palabra “muleta” en la cual muchos se apoyan para lograr victoria o al menos esperanza, es decir, no importa el “dios”, pero sí el resultado.
Sin margen a duda, si el egoísmo caracteriza la sociedad moderna, esa será la característica del “dios” moderno.
Jesucristo, Dios que habitó entre los seres humanos, propone que uno sea distinto a los que viven esa natural disputa egoísta a partir de la forma como sienten y tratan a sus enemigos, o simplemente “no amigos”.
Es natural que uno ame a su familia y trate bien a sus amigos, mas para cambiar el mundo egoísta hay que hacer algo. Para romper ese paradigma social todo dependerá de la forma como tratamos a los desconocidos, a los extraños, a los de otra costumbre y a los enemigos. El esfuerzo por acercarse a uno de ellos tanto los transformará en uno de nosotros como provocará cambios en el contexto social.
¡Cuando las personas se muestran amigas, enseñan cómo siguen a su Dios!
Dirceu Amorim de Mendonça