LA ENSEÑANZA FUNDAMENTAL DE LA REFORMA PROTESTANTE (31 de octubre de 1517)


La reforma protestante se inicio básicamente por la protesta de un hombre llamado Martín Lutero, cuyo objetivo no fue iniciar una nueva religión, sino proponer reformas necesarias para que la práctica del cristianismo en la vida de cada persona que se identifica como cristiano volviera a los principios bíblicos. El texto bíblico de Romanos 1.17 le cambió la vida: “pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: “Mas el justo por la fe vivirá”.
Uno de los principios básicos de la reforma protestante, quizás el mayor legado que nos dejó es: iglesia reformada, siempre reformándose (“No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12. 2  ).
Al conmemorar el día de la reforma el 31 de octubre, deberíamos reflexionar sobre la visión de estar en permanente reforma basando sus pilares fundamentales :

1. Solo las escrituras - La Biblia es la autoridad para definir nuestra ética, moral y prácticas religiosas y ella lo hace de forma simple, clara y concreta, no necesitando más que una dedicada y coherente lectura para comprenderlo. Seguir la Biblia nos lleva naturalmente a seguir a Cristo, la única posibilidad de conocer a Dios (“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.  2 Timoteo 3. 16, 17).

2. Solo Cristo - El patrón y la meta de nuestra vida es Jesucristo, sea en los quehaceres cotidianos o en la práctica espiritual. Él puede ser comprendido por todo aquel que consulte las Escrituras con sinceridad y dedicación, así seguir a Cristo es conocerle a través de la lectura de la Biblia, creer que de sus palabras viene la salvación y vivir coherentemente  con   ese  testimonio,   sabiendo   que   Él   mismo  nos fortalecerá interiormente. Es decir, diariamente se nos aparecen múltiples interrogantes, sea en las relaciones personales como en las decisiones hacia el futuro y las Escrituras nos contestan dándonos una fantástica paz interior por la acción del Espíritu de Dios. (”...olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 3. 13 y 14; 4.6).

3. Solo la fe - Creer es lo único que las escrituras exigen para que uno se relacione con Dios. Creer es confiar en la Biblia, en la historia de la salvación que nos apunta a Cristo y en la acción de Dios en nuestro corazón a través de Su Espíritu Santo. Tener fe no lleva uno a la "locura" ni a ser "raro" mas si al equilibrio de vida y comportamientos. Creer es lo mas natural que uno puede hacer y creer en Cristo que nos presenta a Dios por las escrituras es lo mejor que hay. (“Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan”... “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.  Hebreos 11.6 y 12.2).

4. Solo la gracia - Los sacrificios siempre hicieron parte de las prácticas religiosas, imputando al "fiel" muchas obligaciones para recibir el favor divino. La reforma devuelve a la humanidad la oportunidad de vivir su religiosidad como un regalo de Dios, la gracia, sin necesidad de pagarla a través de promesas o sacrificios. Esa relación se da de forma personal e independiente por el sacerdocio universal de todos los que creen, es decir, si uno cree en Cristo según las Escrituras tiene comunicación directa con Dios como un sacerdote que actúa en nombre del sacerdote mayor, que es Jesucristo. (“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios 2. 9 y10).
                Dirceu Amorim de Mendonça